
Bueno, vamos a organizarnos…
Alberto, batería; Javier, guitarra; Ramiro, bajo; Rebeca, vocalista; Juan, teclados; Rafa, guitarra. (Orden de la foto de izquierda a derecha).
“Lo del Gran Teatro fue una pasada, se sentía cálido el teatro. Nos gusta tocar, lo pasamos muy bien y creo que lo transmitimos. Se notaba que la gente interactuaba con nosotros y eso pasa en todos los conciertos que hemos hecho hasta ahora. Tenemos muy buen rollo y eso engancha a la gente. Verte al Gran Teatro de pie era un punto”, recuerda Ramiro.
Hasta llegar a la actuación del pasado 12 de mayo en el Gran Teatro y sentir esa sensación, han tenido que pasar muchas cosas. Kharmah no es sólo el producto que ha surgido desde que decidieran en diciembre de 2020 (Sí, con el Covid por medio y todo) montar un grupo de rock onubense. Recogen el legado de décadas de música en Huelva, desde que allá por la década de los ochenta, con la explosión musical que había en España, surgieran muchos conjuntos en la capital onubense, más con la pretensión de expresarse que de trascender. Con la voluntad de dejar su sello en una época.

“La experiencia en el Gran Teatro fue única, yo nunca he sentido el calor del público como ese día”, asegura Rafa. “Con el aplauso final no sabíamos cómo retirarnos porque la gente seguía aplaudiendo”, sigue sorprendido Javi.
Pero vayamos al principio. Por un lado estaban Rafa y Rebeca, con un proyecto de grupo que se podía llamar ‘Contragolpe’ y que no terminaba de cristalizar. Por otro lado, Juan y Javi. Y, en medio, meses de pandemia que había encerrado con su música y sus ideas a los cuatro. Y como casi todas las buenas ideas surgen en los bares, en esta ocasión la decisión se tomó en Los Cuartelillos.
Ahí acordaron que montaban un nuevo grupo que con el tiempo se llamaría Kharmah porque el destino los había acabado uniendo. Luego llegarían Ramiro con su bajo y Alberto con su batería.
Ya tenemos grupo.


Javier, guitarrista
Toca la guitarra y organiza. Asume que han decidido apostar por lo complejo. Hacen canciones originales (llevan ya una veintena) y no hacen versiones. “Es complicado que alguien quiera llevar a un grupo que no sea de versiones. El que te contrata quiere llenar pero a nosotros nos ha ido bien, a todos los sitios a los que hemos ido hemos llenado y la satisfacción es que la gente haya respondido”.
Javier empezó en los grupos de música a finales de la década de los ochenta y ahora le ilusiona el nuevo proyecto. “No hay un objetivo individual, el objetivo es grupal, pretendemos dar a conocer nuestro producto y que prospere, llegar a algo, disfrutar como grupo. No funcionaría de otra manera”.
En su mente no entra grabar un cd de 12 o 16 temas. Las redes sociales, las plataformas digitales es lo que impera y la idea es grabar cuatro temas y hacer de esos temas dos vídeos e ir poco a poco lanzándolos en las redes sociales. “Grabar ahora mismo un disco en formato físico no tiene mucho sentido, no hay muchos grupos que lo estén haciendo. Ni siquiera los grandes artistas”.

Rebeca, cantante
Toda buena banda de música debe tener un solista que aporte mucha energía y ponga un poco de orden, de vez en cuando. “Mira que hemos estado en grupos pero es la primera vez en la vida que yo he sentido la calidad humana, el cariño y la libertad de expresión. Antes muchas veces era una atadura a un ritmo o a un estilo”.
Como casi todos, tiene otra profesión más allá de la música. “Tengo tanta familia y amigos que forman también parte de la música, que no es un problema, ni siquiera se plantea que sea compatible. Se da por hecho de que Rebeca es artista y eso es un apoyo. Es una necesidad básica como el comer. Cuando tu familia te ve con esa felicidad es que te tiene que apoyar”.
“Las canciones las creamos entre todos, alguien tiene una idea, la trae y ¡venga!, vamos a aportar. Al final puede salir una cosa diferente de lo que había pensado el primero, pero mucho más rica. Hasta nosotros nos sorprendemos. Además hacemos fusión dentro de cada tema, nos gusta jugar y tener la libertad para crear. La canción está terminada por consenso, bueno, cuando Rafa da su visto bueno. Él es el exigente”, y lo mira.

Rafa, guitarrista (El de la izquierda de la foto)
Como aseguran ellos mismos, una canción está terminada cuando Rafa dice que está terminada porque siempre intenta mejorarla.
“Tengo 60 años y empecé con 16. Estuve en Los Sumergidos donde grabamos un vinilo y muchas maquetas. Después de muchos grupos, éste es el que me gusta más, me lo estoy pasando de muerte. Somos una familia, nos hemos hecho amigos y eso es fundamental en un grupo, influye mucho a la hora de crear una canción”.
“No tenemos etiquetas, hacemos Jazz, Blues, Rock, Pop”. Recuerda que sólo realizan temas propios, y eso “es difícil, vas tocando canciones y esperas a ver cómo la gente reacciona y hasta ahora la reacción es fantástica, yo es de lo que estoy más sorprendido”.

Juan, teclados (El de la derecha de la foto)
Ante todo es músico y como tal, “hacemos lo que nos da la gana pero con orden”.
“Mi mujer me conoció encima de un escenario y desde siempre tiene claro que mi vida no es a lo que me dedico sino que mi vida es la música, es una parte inherente de mi mente, que no se puede separar, si se me separa muero. Lo soportan con bastante estoicismo. Esto es complicado, muchas horas, mucho tiempo… mucho de todo que muchas veces en una familia no se entiende bien. Porque un grupo es muchas cosas a la vez, no es sólo la música. Hay mucha conexión y magnetismo, yo tengo la suerte que hasta ahora me ha ido muy bien. Es complicado para familias normales que no entienden lo que es ser músico”.
Es consciente de que tienen un buen proyecto y que se complementan. “El que tiene más derroche artístico es Rafa que lleva muchos años componiendo, Rebeca es la letrista, aunque después todos colaboramos. Tenemos una olla común y la música sale a borbotones. Todo el mundo va aportando y eso es Kharmah. Generamos esa buena energía y buen rollo”.

Ramiro, bajo y Alberto, batería (Los dos de la derecha)
Son la base rítmica del grupo. Se complementan con perfiles diametralmente opuestos.
“Alberto me da seguridad. No se limita a llevar la base rítmica sino que aporta mucho”, reconoce Ramiro que todavía recuerda las “37 o 38 veces que me recorrí el escenario del Gran Teatro”.
“Yo antes estaba en el despacho todo el día, no me movía de allí y ahora para mí venir a ensayar… es que no me lo pierdo ni loco. Es coger el bajo y empezar a sonreír y a saltar. Nos lo pasamos bien en cualquier momento”.
“Ahora mismo está habiendo cierta ebullición en el mundo de la música pero a la mayoría de los que contratan hacen versiones y nosotros apostamos por presentar nuestro grupo, que vengan a vernos a ver qué hacen esta gente. Hasta ahora la experiencia ha sido muy buena y siempre logramos enganchar al público”, reflexiona.
Alberto es otro perfil.
“Acabo de terminar Humanidades en la Universidad de Huelva (Aplausos del grupo). Empecé en la música hace ocho años y tuve muy claro desde el principio que no iba a ser uno más, si me metía en algo como la música, que tanto me había acompañado desde la infancia, sabía que le iba a tener que echar mucho tiempo y mucho dinero. También el dinero de mis padres que hay que reconocer que me han apoyado desde siempre. Ya que pongo mi dinero y mi tiempo voy a hacerlo lo mejor posible. Por ahí pasaba el no copiar a otros sino encontrar un sello propio, un estilo mío con muchas influencias diversas y aquí lo encuentro todo”.

Dos años juntos y veinte canciones. Conciertos en los últimos meses en la Casa Colón, el Molly, Gran Teatro, Club de Golf de Bellavista, este sábado 2 de julio tocan en el Paseo de la ría…
Provienen de grupos distintos aportando seis estilos diferenciados. Tienen otras vidas más allá de la música pero creen en el destino, en el Kharma que les lleva a hacer canciones propias y no vivir en una versión de nadie, quieren vivir su propia vida.
¿Y cómo se llevan la música y Huelva?
Ramiro: “Hay esperanza. Parece que hay un intento de resurgir de la música en Huelva, tanto desde las administraciones como desde el mundo privado. Que siga evolucionando, hay escuelas para aprender música, la gente quiere escucharla”.
Javi: “Hay proyectos que están haciendo que la música en Huelva progrese mucho, también en sitios privados que están apoyando otra vez la música y hay que intentar que no respalden sólo a los grupos de versiones sino a todo tipo de grupos. Para nosotros es un éxito en el año de lanzamiento hacer cinco o seis conciertos, competir con las bandas de versiones”.
Alberto: “Estoy viendo que la gente hace por conocerse, los músicos de Huelva van a ver conciertos de otros grupos, hay muy buen rollo y eso fue lo que me enganchó a mí”.
Juan: “Tenemos la suerte de estar en una ciudad de artistas. Aquí no sólo hay músicos, hay pintores, escritores, escultores… todo tipo de gente con un arte que no se puede aguantar aunque nosotros mismos no nos lo creamos. Por otra parte, nadie vive de su arte a excepción de gente muy cualificada que se va fuera”.
Rafa: “Huelva creo que está en un punto bueno para los conciertos. En Huelva siempre ha habido muchos grupos y ahora las instituciones y los bares están facilitando que toquemos, hay gente que están haciendo buenas grabaciones”.
Rebeca: “Huelva está viva, quiere cultura y formación, siente que la necesita, que quiere hacer cosas buenas, no sólo en la música sino en el arte. Por eso pido que se dé respuesta a esa demanda porque es una ciudad viva con gente que quiere hacer cosas buenas, con muchos artistas que pasan muchas horas creando proyectos maravillosos y que pueden llegar a desilusionarse porque no ven una salida y eso no se puede permitir, malgastar el arte con todo el que hay”.

Y tras la entrevista, como no puede ser de otra manera, se acabó en un bar con cinco cervezas y una fanta, hablando de música, de cultura, de las experiencias de cada uno, de la actualidad… en fin, hablando de la vida.
Buscando cada uno su propio Kharmah.
