

Fotografía: Clara Carrasco
La Feria de Otoño se puso ayer sus mejores galas para vivir una intensa velada que comenzó en la tarde noche con los últimos paseos a caballo coincidiendo con el encendido de las luces y se prolongó hasta bien entrada la madrugada.
El recinto ferial se llenó y se convirtió en el gran punto de encuentro de la sociedad onubense. Imposible pasear por la feria sin encontrar a alguien a quien se conozca.



Las casetas fueron el punto de encuentro, con música en directo en casi todas ellas. La disposición de la feria y sus dimensiones hacían fácil el recorrido, con distintos ambientes. Se mezclaban con normalidad los que habían ido a disfrutar del concierto en la Caseta Municipal del Ayuntamiento de Huelva; los que elegían, a modo de las casas del Rocío, ir de caseta en caseta; los jóvenes que iban y venían pidiendo que les dejaran más tarde; y los que simplemente paseaban y disfrutaban del ambiente, como se hace en Colombinas. Una nueva fórmula que combina muchas tradiciones y la forma de disfrutar que tienen los onubenses.






Muchos vestidos de corto y de gitana. Muchos trajes de chaqueta y vestidos largos, sobre todo en las casetas y en los alrededores, de un público que no sólo disfruta la feria sino que colabora dándole una seña de identidad. Anoche, por si había alguna duda, quedó claro que, definitivamente, los onubenses han hecho suya la Feria de Otoño.





