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Una bendición marismeña

Fotografía: Rafa del Barrio

Así pasen los años y los tiempos, Huelva se seguirá echando por el mes de mayo a los caminos al encuentro de la Virgen en las marismas de Doñana, montada a caballo o en carreta, a pie y de peregrino, pero siempre cantando las sevillanas de Los Marismeños a la Virgen del Rocío.

La silueta de Juan, Emilio y Antonio bendecían un escenario por el que se contaría a lo largo de la noche quiénes fueron Los Marismeños y se narraría, a través de sus sevillanas, los mil y un momentos irrepetibles de cada año, que cada año se repiten, desde que Huelva sueña con la arena del camino hasta que le reza a la Virgen a las puertas de la Hermandad.

Una historia que arrancó a mediados de los sesenta siguiendo la estela del paso que abrieron los Hermanos Toronjo. Un grupo que consiguió la estabilidad con Emilio Losada, Paco Alejandre, ‘Juanini’ y Antonio Herrero, más de 20 años recorriendo el mundo con sus sevillanas de Huelva a la Virgen del Rocío.

Una historia que se quebró un 18 de mayo de 2007 cuando se fue Paco y su hermano Juanini lo fue dejando. Aunque Paco nunca se fue, como se recordó anoche, y vuelve cada año a las marismas eternas donde habitará hasta el fin de los días.

Un espectáculo montado por los marismeños que fueron, los que son… y los que vendrán.

Porque Los Marismeños han sido muchos. Hace tiempo que trascendió como grupo de música para convertirse en un símbolo de Huelva en El Rocío, un espíritu que no dejarán morir los rocieros onubenses.

Ese símbolo que no se construyó sólo con las voces, sino también con las letras y la música de Manuel Pareja Obregón, Luciando García, Ángel Peralta, Paco Alba, J. S. Morales, Feliciano Pérez, Los famosos -Quintero, León, Quiroga, Clavero-, Paco Coria, Onofre López, Romero Sanjuán, Maestro Oliva, Diego Ibáñez, Manuel Jalón, Rafael Rabay, José María Montoya, Felipe Campuzano, Miguel Zarza, José Carlos Seco, Fely Perejón, Juan de Dios Pareja-Obregón, Pascual González, Eduardo Fernánez Jurado, Paco Millán…y los que vendrán.

Lo que se pudo ver en el Gran Teatro no fue un espectáculo de sevillanas, sino El Rocío narrado a través de las letras de Los Marismeños. Van contando y cantando la espera, la salida, el camino, la aldea, el salto, la procesión, la llegada de la Virgen…

Y la música se entremezcla con la voz de Juan José Torrescusa que, a modo de pregón, exalta y narra, recordando aquellos primeros años de Los Marismeños y su trayectoria antes de entrar en el sentimiento rociero.

Huele ya a Rocío en el Gran Teatro, un Rocío marismeño que nos vuelve a contar la historia de una amapola que escapó de entre los pinos, que reza una oración rociera por quien me enseño El Rocío, que se muestra orgulloso de ser marismeño de esa marisma huelvana, que salta la reja con los almonteños cuando se acaba la madrugá, que sigue soñando con el color del caramelo que tiene la cara de la Virgen, y que tiembla cuando el lunes por la mañana en la procesión le pide almonteño acércala.

Queda poco más de un mes para que llegue el Lunes de Pentecostés y Huelva ya piensa en Rocío, lleva todo el año soñando el mes de mayo para dejarlo todo e irse a la aldea, por los caminos.

Ayer, en un ritual más, se cantó por Marismeños en el Gran Teatro. Pronto se cantará por las calles de la capital, por las arenas, por las marismas.

Y llegará el día en que Huelva llegue al Rocío y haga realidad su sueño, y recuerde a sus mayores. Mientras tanto, ayer, comenzó a revivir historias.

Todo terminó en pie, cantando la Salve Rociera y gritando vivas a la Virgen del Rocío, a Huelva y a Los Marismeños… a los que fueron, los que son y los que vendrán.