Fotografía: Romero Crea
La segunda estrella a la derecha y todo seguido hasta el amanecer llevó este fin de semana a los más pequeños de Huelva hasta la Casa Colón donde les esperaban sirenas, indios, piratas, niños perdidos y… Peter Pan.
Un musical muy cuidado, una superproducción española de Theatre Properties, Atresmedia y Grupo Eventix que regresa a España y que ofreció decorados de ensueño, coreografías cuidadas y efectos especiales con la última tecnología teatral.

“Todos los niños crecen, menos uno”, tal vez por eso, cientos de pequeños, con padres no menos entusiastas, siguen volviendo a que les cuenten una y otra vez la historia del País de Nunca Jamás.
La Casa Colón se llenó de niños, muchos niños, y algunos muy pequeños, que sin pestañear guardaron su silencio de admiración cuando las luces se apagaron, comenzó la música y aparecieron los personajes sobre el escenario.

Se portaron muy bien, aplaudieron, rieron y se metieron, como sólo con esa edad se puede hacer, en el mundo de fantasía, música y luces, vestuario de otra época con capas, con esa niebla londinense que envolvía todos los sueños.



Y la historia comienza con la soñadora Wendy que no para de leer, sus hermanos John y Michael, sus padres, su cuidadora y su perro Nana, sin duda, uno de los favoritos de los más pequeños. Con un escenario que va girando y girando hasta que desaparece.

Peter es un niño sin padres, y todas las noches se acerca a la ventana de Wendy a escuchar cómo su madre le cuenta interminables cuentos. Él y los niños perdidos quieren madres que le cuenten cuentos. Hasta que un día pierde su sombra al cerrarse la ventana bruscamente y regresa a buscarla.

“Cada chico o cada chica debería tener un hada”. Con Peter todo se vuelve sueño, aparece un rayo láser verde a modo de la traviesa ‘Campi’ (Campanilla). Peter vuela y cuenta la historia de los niños perdidos, aquellos que no fueron reclamados en una semana cuando sus niñeras despistadas no vieron cómo se caían del cochecito… y acabaron viviendo en Nunca Jamás.

Con un poco polvo de hadas y un bello pensamiento se puede volar. Y los personajes vuelan por el escenario ante la mirada atónita de los niños que sonríen creando más hadas, porque dicen que las primeras hadas nacieron de la primera risa de un niño que se rompió en mil pedazos.
Y camino de la segunda estrella a la derecha y todo seguido hasta el amanecer llegaron volando al País de Nunca Jamás.


Ya todo es fantasía y con los niños perdidos transcurre una de las partes más divertidas del musical, con sus ocurrencias, con su inocencia, todo ello aumentado con muchos efectos especiales y juegos de luces que van llevando de un lado a otro la atención de los niños, sin dejarles pestañear.
Y pidiéndoles un poco más de imaginación, aparecen las sirenas nadando sobre el escenario, con su capa de agua simulada, alzándose y bajando libres por el mar.


Nunca es tarde para creer, y todos seguimos necesitando que nuestras madres nos cuenten interminables cuentos, que volvamos a ser niños y que, con un poquito de polvo de hadas y un bello pensamiento lleguemos volando, tras la segunda estrella a la derecha y todo seguido hasta el amanecer, al país donde los sueños son realidad, y los niños siempre acaban venciendo a los piratas malos.


