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Un destino elegido

Fotografía: Romero Crea

“La vida es una trama misteriosa de azar, destino y carácter”, citaba al humanista alemán Wilhem Dilthey en la inauguración de la exposición Juan Antonio González, creador del ensayo que acompañará a la exposición ‘Preludio para un teatro’ de Juan Carlos Castro Crespo, que hasta el próximo 25 de abril se puede visitar en el Salón Iberoamericano de la Casa Colón.

Hay variables que se repiten entre los grandes creadores onubenses, en cualquier campo del arte o la comunicación. Hay algo diferente en esta tierra que marca la forma de ver el mundo, de relacionarse con él.

A nadie se le escapa que la exposición de Castro Crespo podría estar en cualquier sala de exposiciones del mundo en un lugar privilegiado. Por originalidad, por concepto de la obra, por una imponente ejecución. Una exposición de época, a la altura de una conmemoración del centenario de nuestro Gran Teatro. Y mucho más.

Pero hace ya varias décadas que Castro Crespo eligió el Conquero, desoyendo otros cantos de sirenas que le llevarían a otros altares, sin duda, más atractivos que los de la pequeña Huelva y sus circunstancias. Carácter. Desde Huelva, como muy pocos saben, se puede contemplar el mundo. Y desde las vistas del Conquero se entiende su significado. Suficiente para crear. Suficiente para vivir.

Castro Crespo eligió su destino con carácter firme y silencioso y dejó al azar lo imprescindible. Ahora, un lustro después de no haber expuesto en Huelva, llega con una obra colosal que trasciende, casi sin pretenderlo, mucho más del centenario de nuestro pequeño Gran Teatro.

Siglos de historia salen literalmente de los lienzos para cantarle al espectador, para que escuche la música en su interior a través de los ojos, huela las plateas, saboree los silencios, palpe los ropajes. Todos los sentidos unidos para abstraerse.

El teatro son sentimientos, la búsqueda de aquello que no es necesario para vivir, para forjar el alma a través de la belleza y las historias. Eso es lo que se puede ver en esta exposición.

En ‘Preludio para un teatro’, Castro Crespo nos introduce en su mundo mental a través de su figuración no realista, de su perspectiva desviada, de las líneas inacabadas que desata la imaginación del que lo ve. Son obras sin reglas ni patrones, ni estilos ni corrientes artísticas. Es la música hecha pintura, el teatro hecho cuadro. Son obras de Castro Crespo.

Muchos fueron los que quisieron presentar sus respetos a Castro Crespo. Un centenar de creadores y artistas se dieron cita en la Casa Colón para una exposición esperada, una muestra que también ha labrado su propio destino, como explicaba el concejal de Cultura del Ayuntamiento de Huelva, Daniel Mantero, “enamorado desde hace décadas de la obra de Castro Crespo, la persona idónea para traspasar lo escénico y llegar a las artes plásticas en la conmemoración del centenario del Gran Teatro de Huelva».

“Castro Crespo es en sí mismo parte de nuestro patrimonio artístico y humano”, asentía el alcalde de Huelva, Gabriel Cruz, “es un creador que respira Huelva en cada una de sus pinceladas”.

El comisario de la muestra, Adolfo Morales, dejaba estas palabras en el pequeño catálogo de la entrada:

“Es un indudable privilegio adentrarse en la mirada de Juan Carlos Castro Crespo, recorrer su giros, flotar en mitad del aire que lo conmueve, advertir con asombro su ávida capacidad para hacer honor al innato carácter del artista, en esa constante declaración inacabable de energía, emulando al delfín que, de cuando en cuando, asciende a la superficie para tomar aire y volver a disiparse en su torre de cristal donde seguir sintiendo el fluir de la pasión por el arte.

Castro representa, sin duda, una excepción en el panorama creativo nacional, un simple y maravilloso giro del destino”.

Sin duda, uno de los acontecimientos culturales que tendrán lugar este año en Huelva. Una exposición para recrearse, para ir sin tiempo, sin gente, para dejar que los cuadros te hablen, te canten, te ensueñen.

¿Y qué dijo Castro Crespo? Sólo tuvo palabras de agradecimiento y reconocimiento a los demás. Lo que tenía que decir ya estaba expuesto en las paredes. Azar, destino y carácter. Todo a la vez… y en todas partes.