La actriz Blanca Portillo se pone en la piel de Juan Mayorga ante el discurso de ingreso del autor madrileño en la Real Academia de la Lengua Española. Adaptación teatral que llega este viernes 25 de noviembre a las 21.00 al Gran Teatro de Huelva.
El propio Mayorga explicaba así cómo surgió la idea.
“En mi discurso de ingreso a la Real Academia Española, casa de las palabras, especulaba con la fantasía de que quien lo estuviera pronunciando no fuese su autor, sino un actor que me representase. Al fin y al cabo, se trataba de un discurso sobre el teatro y, dentro de este, sobre aquello que, en el teatro, hallándose más allá de las palabras, pertenece, antes que a nadie, al actor: el silencio.
Me fue en seguida muy claro que ese discurso sobre el teatro podía convertirse él mismo en teatro, es decir, en una experiencia poética en el espacio y en el tiempo, y que no habría mejor intérprete para encarnarlo que mi amiga y admirada Blanca Portillo. Y empezamos a encontrarnos, desde la distancia, en aquellos días de conmoción y silencio, para pensar juntos cómo construir, desde ese Silencio, este Silencio. Que se levanta sobre el decir y el callar, la voz bella y poderosa y el gesto exacto, de una actriz extraordinaria. Y que ojalá ofrezca aquello que constituye, desde los griegos, el teatro que ambos amamos: acción, emoción, poesía y pensamiento”.

«Vestido con un traje de etiqueta dentro del que no acaba de sentirse cómodo, el dramaturgo va a ingresar en la Academia pronunciando un discurso titulado Silencio. Sus oyentes son los otros académicos, con los que comparte estrado, y las personas —familiares, amigos, colegas, autoridades, desconocidos…—que han venido a acompañarlo esta tarde. Ha elegido hablar sobre el silencio en la vida y en el teatro. También viajar por silencios teatrales que resuenan en su memoria y en su cuerpo. Igual que a los espectadores, esos silencios pueden enfrentarlo con los de su propia vida.
Quizá tenga, en cada momento, la tentación de callar. Quizá el silencio, que soporta el discurso y sobre el que el discurso indaga, ponga el discurso en peligro. Quizá lo más importante sea, para quien pronuncia el discurso y para quienes lo reciben, por encima y por debajo de las palabras, escuchar juntos el silencio.
“Me fue en seguida muy claro que ese discurso sobre el teatro podía convertirse él mismo en teatro, esto es, en una experiencia poética en el espacio y en el tiempo, y que no habría mejor intérprete para encarnarlo que mi amiga y admirada Blanca Portillo. Y empezamos a encontrarnos, desde la distancia, en aquellos días de conmoción y silencio para pensar juntos cómo construir, desde ese Silencio, este SILENCIO”.