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Por el camino de los pecados capitales

Fotografía: Clara Carrasco

Desde hace 20 años a Víctor Pulido se le repite una imagen en la cabeza. “Estoy yo montado a caballo, es la soberbia. El retratado soy yo. No soy especialmente soberbio pero prefiero ponerme a mí a poner a otra persona. Estoy picando un toro o a algo parecido, pero esa escena podría ser taurina o recordar a San Jorge y El Dragón o a la Batalla de Anghiari de Leonardo da Vinci. Es una mezcla. Esa imagen, junto a otras imágenes de otros pecados capitales que he ido coleccionando formarán una serie.

 

“Tomando cervezas con Javier Montes en El Tremendo, lugar mítico de Sevilla, hablando de pintura, me dio el punto y dije ¡ya sé lo que voy a hacer! voy a trabajar sobre los Pecados Capitales. Y me gasté 500 euros en tres bastidores de 2,40 por 3,60 que llevan un año esperándome en mi estudio. Se va acercando el tiempo de abandonar la abstracción y ponerme manos a la obra con los Pecados Capitales. La tela ni la he comprado. Los bastidores están en las cajas en los que me los enviaron”.

Ése es el momento actual del proceso creativo de Víctor Pulido.

Pintor, escultor y sobre todo dibujante. Principalmente figurativo, realista, hiperrealista y desde hace cinco años recorriendo el mundo de la abstracción. Onubense, de los Maristas y coordinador del Departamento de Diseño de la Diputación de Huelva.

Sabe que el camino de la abstracción toca a su fin y quiere volver al mundo figurativo retomando la idea, la imagen que no es capaz de quitarse de la cabeza y que, tal vez, a modo de exorcismo desparecerá cuando haya pasado de su mente a la tela, como cuando en aquella película el espíritu queda atrapado en el espejo y abandona el cuerpo humano.

“Mi cabeza está ahí ahora pero no he encontrado el momento. Es una idea en la que llevo tiempo pensando. Siete cuadros de gran formato que me van a liberar de ese vacío que siento ahora, aunque esté muy cómodo en la abstracción, que es adictiva, te enamora. Me encantan los materiales”

Todo lo tiene en un centenar de cuadernos. “Ahí está todo, mi ideario, mi cuaderno de bitácora, mi pensamiento, mi trabajo, todo está ahí”. Y de ahí saldrá la base. “Lo voy a hacer en tela, algo que no hago desde hace treinta años. Es el reto, pintar en tela y hacerlo como se hacía en el XIX, aunque luego me puedo encontrar otras cosas. Lo haré pronto, no sé cuándo”.

 

ATRAPADO EN LA ABSTRACCIÓN

“El arte siempre es abstracción, es emoción pura. Todo lo que vemos es abstracto, le damos a un signo un significado. Que no lo entienda no significa que no haya algo. Eso es lo que ocurre con la abstracción. Cuando una abstracción es mala se nota mucho más que en una figuración. La abstracción es el camino de enseñar las cosas como las vemos. La abstracción nos ayuda a mentir. Cualquier obra figurativa que veas está compuesta de pequeñas abstracciones, de un trazo, de una mancha… y al final hacen el efecto de que parezca algo”.

“En la figuración hay un objetivo. Empiezas y acabas. En la abstracción no sabes cómo empezar y no sabes si has acabado, o si lo tenías que haber dejado antes. Llevo cinco años haciendo abstracción y estoy harto de la abstracción”.

“Volveré porque siempre vuelvo. Yo empecé con la abstracción, encontré códigos, texturas, mezclas de colores, esa emoción en la pintura, en la emoción de pintar como un niño de cuatro o cinco años que cuando pinta hace abstracciones, no hace otra cosa. Ésa es la verdadera emoción de la pintura, convertirte en un niño de cuatro o cinco años. Conforme vas creciendo, siete, ocho, nueve, empiezas a hacer figuras y con diez dejas de dibujar, Otros seguimos. El seguir trabajando con el dibujo es seguir pensando”.

 

PROVOCACIÓN

“El arte es imagen, comunicación y ponle también crítica”. Le sigue divirtiendo la historia del cartel de 3×8 que plantó en una valla publicitaria con el lema ‘Vota Nadie, Nadie te ayudará’. Y cómo creó su propio Banco de España con un personaje que se parecía mucho a Berlusconi junto a ancianos, jugando con la idea del banco del jubilado.

Esas obras son el producto final de una vida marcada entre la adolescencia y la treintena. Marcada por la provocación, su enfado con Dios y los tatuajes. O la ausencia de ellos más bien.

Tatuajes

Quién te iba a decir hace 20 años que alguien se ganara la vida haciendo tatuajes o grafitis. Es muy difícil encontrarse ahora a alguien sin un tatuaje. Yo soy uno de ellos (risas), Y mira que yo he sido moderno y punky. Iba con cresta, rapado, era estrafalario, en la época de los 80 de Golpes Bajos, de Radio Futura, de La Polla Record. Pero nunca me gustaron los tatuajes. Hacerme algo que no pueda borrar… y eso que estoy acostumbrado a mancharme, a llenarme de pintura…”.

“Yo me haría un tatuaje en el dedo gordo del pie porque no te lo van a ver hasta que estés en el depósito de cadáveres con la cuerdecita y la etiqueta. Un reloj blando de Dalí porque el dedo tiene la misma forma, como un haba enzapatá. Eso es lo que le viene bien al dedo. Pero no, porque una vez que te haces un tatuaje ya no te haces uno solamente…”.

La fe

“El dibujo es un regalo divino. Puedes decir que crees o que no crees en Dios pero no con mucha seguridad en cualquiera de los dos casos. A mí me gusta decir que Dios viene de serie. Me he criado en Los Maristas. Iba a misa los domingos. Siendo adolescente iba casi todos los días a la iglesia a pedir que me tío, enfermo de cáncer, no muriera. Y murió. Me enfadé. ¡Es que yo lo había pedido! Pero eso no tiene que ver con creer. Para mí Dios es como el demiurgo de Platón, que existe pero que está al margen de nosotros, aunque no tan así. Las verdades absolutas son muy complicadas de que te entren en el cerebro… sobre todo cuando ves tanta injusticia. ¿Qué papel juega Dios en todo esto? A mí me marcó, Pero algo tiene que haber aunque yo no sé qué es. Hay tantas religiones como logotipos”.

El arte es esto

“Cuando tenía 26 años y ya no podía hacer más prórrogas por estudio, decidí hacer la objeción de conciencia. Era un tiempo en el que lo pasé mal, me tuve que venir a Huelva porque no podía seguir en Sevilla, no estaba en una época muy buena económicamente, incluso cogí una depresión. No entendía por qué si realmente era un buen artista, por qué estaba pasándolo tan mal. ¡Pues porque lo han pasado todos mal! El arte es esto. Mi padre no quería que yo me dedicara al arte y sin embargo hoy en día el camino del arte es uno de los más rentables para cualquier persona porque todo tiene que ver con la imagen y la comunicación”.

GILDA

Actualmente tiene expuestos cinco cuadros y cinco dibujos en Gilda, la antigua casa palacio de principios del siglo XX, otrora residencia de la Dinastía Litri y actualmente club social con constantes guiños al mundo del arte onubense.

Todo lo que tiene en Gilda es abstracción. Tres cuadros de gran formato 2×2, dos de mediano formato 1×1. Dibujos que hace sobre el agua y recoge sobre el papel… “son muy decorativos y parecen que están hechos para este espacio. Enmarcados en blanco. En la segunda planta hay molduras en las que encajan muy bien. Es una obra muy fresca que te invita al pensamiento y a la divagación”.

En la escalera hay dos cuadros de gran formato y otro más pequeño. Completa su pequeña exposición, hasta ahora permanente, dos cuadros más en el antiguo salón de chimeneas en el que los Litri hacían la vida. Son dos cuadros taurinos. Uno se llama ‘Piu Rosso’, en homenaje a su maestro José Guevara. El otro se llama ‘La espera’.

“Yo nunca dejo de dibujar, dibujo mucho todos los días. El dibujo es la forma más rápida de pensamiento. El dibujo creo que es mi fuerte, es lo que no dejo de hacer. Es una enfermedad”.

La soberbia, la avaricia, la lujuria, la ira, la gula, la envidia y la pereza le están esperando a la vuelta de la esquina.