Fotografía: Clara Carrasco
Acaba la Feria de Otoño con la sensación de que Huelva ha encontrado, por fin y después de mucho esfuerzo, la fórmula que buscaba para un gran evento en torno al mundo del caballo.
Los onubenses se han ido este año del recinto ferial con la seguridad de que ya se tiene una feria a la altura que merece Huelva, una fecha que ya ha quedado marcada en la agenda choquera y de la que ya se empiezan a contar los días para la próxima edición.

En el comienzo de la despedida de la Feria de este año, reconocimientos al mundo del caballo y hermandad entre los que han hecho posible esta edición. Ayuntamiento de Huelva, Asociación Huelva Ecuestre y todos aquellos que han contribuido de forma anónima y con mucho esfuerzo para demostrar que ésta era la buena. Desde los operarios municipales que han trabajado semanas en el dispositivo a los miembros de las casetas que las han engalanado para la ocasión. Y los que prepararon una de las mejores pistas de exhibición que se pueden ver; los grupos de música onubense; los que han dado ambiente a la caseta municipal; los que han hecho el esfuerzo de vestirse de corto y de gitana para dar color.
Cuando toda Huelva se pone a una para que algo sea un éxito, se consigue.



La exhibición ecuestre fue la encargada de abrir una mañana que lució en un recinto ferial donde todo el protagonismo se lo llevó el caballo, germen de esta feria y que sigue manteniendo su lugar de privilegio. Exhibición, jurado, locución didáctica y entretenida para todo tipo de público, porque de eso se trata, de acercar el mundo del caballo a todos.



Y seguía habiendo sitio para la música. En la Caseta Municipal sonaba con fuerza la penúltima de las actuaciones, la de Calle Botica, otro grupo onubense que sigue encontrando su hueco en la programación de la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Huelva.


Y llegó el momento de los premios y homenajes. El alcalde de Huelva, Gabriel Cruz, los miembros de la Asociación Huelva Ecuestre y los concejales del Ayuntamiento de la capital fueron los encargados de reconocer a aquellos que destacaron entre el esfuerzo de todos.








Y quedaba el broche final. El sonido de los caballos al galope recorriendo la pista de exhibición mientras se escuchaba de fondo el Vals Flamenco del Niño Miguel.
En fin… sonaba a Huelva.


