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La música se vuelve cofrade

Fotografía: Rafa del Barrio

Con todos los sentidos puestos ya en la Semana de Pasión, el Auditorio de la Casa Colón acogió en el preludio del Viernes de Dolores el tradicional ‘Concierto de Semana Santa’ de la Banda Sinfónica Municipal de Huelva. Luces moradas, media luz, para sentir las últimas marchas creadas en Huelva, para conocer lo que se hace en otros sitios, para poner rostro a sus autores.

Autores que, en muchos casos, escuchan sus obras por primera vez interpretadas por una banda sinfónica, delante de un público. Que se estrenen obras de compositores de Huelva en la Casa Colón o el Gran Teatro da visibilidad, premia el esfuerzo, enriquece y agranda nuestro patrimonio cultural.

Un concierto preparado con cariño y dedicación en el que se da voz a estrenos absolutos, se acompañan las marchas con imágenes como si la banda estuviese tocando en la calle, Música en su contexto, porque el contexto es importante para la música cofrade.

En el ‘Concierto de Semana Santa’ de la Banda Sinfónica Municipal de Huelva, dirigida por Francisco de la Poza, se estrenaron seis marchas dedicadas a hermandades de Huelva, además de interpretar otras melodías de autores para hermandades de Jerez de los Caballeros (Estreno en Andalucía), Jerez de la Frontera, Requena (Valencia) y hasta de Guatemala.

El concierto comenzó con Ángeles en tu mirar, de la compositora onubense Candela Vázquez Romero, dedicada a la Hermandad de La Borriquita onubense. Las dos primeras composiciones interpretadas para Huelva se completaron con Soledad eterna de Juan Manuel Velázquez Ruiz, que subió al escenario para recibir un recuerdo del Hermano Mayor de la Hermandad del Santo Entierro de Huelva, Javier Mesa.

Llegó el tiempo de conocer otras Semana Santa. Por 100 años de Pasión de David Carrasco Barrena inauguró esta etapa con una marcha homenaje al centenario de la banda de música de Jerez de los Caballeros, lo que suponía un estreno en Andalucía.

Un momento singular de la velada fue Camino del Gólgota, de Mario Augusto Paniagua Sarabia, estreno en Huelva precedido de un vídeo enviado desde Guatemala. Marchas de ida y vuelta. Se recordaba de esta forma una melodía del que se desconocía hasta hace poco su autor, nacido a principios del pasado siglo. Un hermanamiento posible gracias a Antonio García Pontón, presidente de la Audiencia Provincial de Huelva, que hizo de enlace para hacerlo realidad.

La Vera-Cruz requenense de Sergio Navarro Bonaviña nos trasladaba a la Semana Santa de la Comunidad Valenciana para escuchar esta marcha dedicada al 450 aniversario de la Hermandad de la Vera Cruz de Requena.

Las músicas de más allá de la provincia concluyeron con Paz en su mayor aflicción de Antonio Moreno Pozo, segundo premio de un concurso de composición en Murcia, dedicada a la Hermandad de la Coronación de Jerez de la Frontera.

Regresando a la tierra comenzó a sonar Siervos de tu Merced, una composición obra de Carlos Moreno Camacho, natural de Bollullos, inspirada en la Hermandad de Los Judíos de Huelva capital. Música cofrade sin fronteras.

David Luque ofreció Madre, otro estreno dedicado a la Hermandad de la Victoria de Huelva, quien obsequió al autor, además de con un recuerdo, con las mejores palabras: “Ella siempre consigue sacar lo mejor de nosotros y en tu caso así ha sido para esta magnífica marcha”.

Las marchas y el cante, unidos e inseparables. Saeta a la Esperanza de Pablo Martínez Recio, un compositor “muy joven pero con mucho talento”, señalaba Francisco de la Poza, que rinde homenaje a la ‘Niña de Huelva’, introduciendo en el final de la marcha una saeta basada en uno de los cantes de esta artista a la Virgen. Una donación a la Hermandad de la Esperanza de la Orquesta Colombina.

La programación oficial del concierto finalizó con La Caridad de Manuel Font de Anta, una marcha clásica que precedió a la subida al escenario de todos los compositores para una foto de familia.

Ahí no terminó el concierto. Hubo un último regalo inesperado con la Saeta al Cristo de los Gitanos, tal vez, una de las melodías cofrades más reconocidas.

Tiempo de olor a incienso, de cera en adoquines, noches en vela y redobles de tambores, de bandas de música que se echan a la calle para hacer sentir, para reblandecer almas mientras miran imágenes que expresan dolor, sufrimiento y esperanza.

Sin ellas, la Semana Santa no sería como es.