Fotografía: Clara Carrasco
Comenzaban los años 80 y el país se liberaba culturalmente tras años de represión. Grupos con inmensa calidad, cuyas canciones perviven más de 40 años después, hacían soñar a los adolescentes españoles con la modernidad. Los programas de la televisión reflejaban lo que pasaba en las calles, en los bares, en los garajes donde todos querían tener una banda.
Entre esos programas estaba La Edad de Oro, dirigido y presentado por Paloma Chamorro, que llevaba a esos grupos de pelos imposibles a los hogares españoles que los miraban incrédulos. Un programa de culto. Como también lo fue La Bola de Cristal, tal vez el que más. Al final de ese programa había una sección que presentaba Javier Gurruchaga llamada La Cuarta Parte. 40 años después, la versión musical de esa idea llena locales y bares en Huelva con la música de los 80. En Gilda disfrutaron con ellos.

El grupo onubense de versiones La Cuarta Parte se está convirtiendo en un fenómeno social para una determinada edad que, sin renunciar a lo presente, se siente otra vez adolescente con la música de los 80 y un poquito de los 90. No es una cuestión de melancolía, es de calidad musical.
Son el reflejo de lo que, por ejemplo, ocurrió este verano en Colombinas en el concierto de Alaska, tal vez, el que más hizo disfrutar al público onubense. Texas eran ídolos sí, pero Alaska es parte de sus vidas.
La Cuarta Parte no aspira a eso, ni lo pretende. No tiene discografía propia, ni quieren crear canciones originales, ¿para qué? Su objetivo es otro. Disfrutar en cada concierto de la banda sonora de sus vidas, con sus amigos, pasarlo bien, volver a sentirse no jóvenes, sino tan felices como cuando escuchaban esas canciones a principios de los 80 y soñaban, algún día, ser ellos los que estuvieran encima del escenario.

La Cuarta Parte son Paco Lagares (voz), Eduardo Díaz (bajo), Juan Carlos Salguero (Guitarra), y Manuel Moreno (Batería). Son los que están ahora, en los últimos dos años, una formación ya estable, aunque no siempre fueron los mismos.
“En 2015 creamos el grupo de WhatsApp, empezamos en casa de Óscar, un amigo nuestro que tenía una batería. El 75% del grupo lo formábamos abogados y el 25% restante del sector bancario”, explica y ríe a la vez Eduardo, el bajista, que añade “empezamos Óscar y yo, llamamos a David que era el guitarra de aquella época y a Paco (Lagares) para cantar, pero sin más pretensiones que tocar en casa y divertirnos los fines de semana. Pero Paco tuvo la feliz idea de hacer algo más enfocado a los bares y así fue como surgió todo”.


Van llegando con tranquilidad al lugar y a la cita anunciada a través de las redes sociales, fundamental para estos grupos. En esta ocasión tocaban en Gilda. Aspecto relajado, saben que van a pasárselo bien. Mientras algunos van montando la infraestructura necesaria, la otra mitad de La Cuarta Parte explican su historia.
Empezaron haciendo un tributo a Radio Futura que se anunciaba allá por mayo de 2017 en sus primeras publicaciones en la página de Facebook del grupo. Tras varios conciertos con temas exclusivos de la icónica banda de rock española fueron evolucionando y metiendo temas de otros grupos, hasta lo que tienen hoy, un tributo a la música de los 80 y 90 fundamentalmente.
“La elección de las canciones es fácil, son todas muy conocidas, nada de raras ni de culto, todo el mundo las reconoce”, señala Eduardo, “Cualquiera del grupo propone un tema, lo ensayamos, lo cantamos en los conciertos y vamos viendo si va funcionando y si el público responde como esperamos, si no, lo quitamos del repertorio”, explica Paco.



Las pruebas de sonido y los ajustes se van produciendo con total naturalidad, entre pausas del público que se acerca a saludarles. Se escuchan los acordes de Roxanne de The Police, de Veneno en la Piel de Radio Futura… Siguen afinando. Siguen contando su historia.
“Nosotros empezamos tarde, bastante más lejos de la adolescencia, en aquella época, en mi caso tuve un grupo de música que no teníamos ni nombre, pero con el trabajo, la familia… han sido décadas sin tocar ningún instrumento”, comenta Eduardo.
“Ha sido algo accidental. Nosotros nos dedicamos profesionalmente a otras actividades, para nosotros esto es ocio, el venir a echar un rato con los amigos. Huelva es muy cómoda para esto, comes con la familia, vienen a vernos los amigos, no rompes demasiado la vida familiar, de momento lo compatibilizamos relativamente bien”, señala Paco que añade “con la pandemia todo se paró pero sobre todo ha sido a partir de este verano cuando hemos empezado a tocar más. Hasta entonces actuábamos por la zona pero este verano nos han salido muchos conciertos y muchas fiestas privadas y la gente cada vez celebra más fiestas y llevan grupos. Mucho más que antes. Este verano ha sido nuestro despegue”.
Y comienza el concierto



Con los primeros acordes ya del concierto, el público que ha acudido esa tarde-noche a Gilda comienza a hacerse fotos con el grupo detrás, a grabarles con el móvil, a bailar junto a ellos a metro y medio escaso de distancia. Canta y baila repartidos por todo el local. Con tan solo un par de notas ya conocen la canción y empiezan a gritar y a saltar. Como adolescentes. En ocasiones, le dejan el micrófono a otros artistas onubenses y cantan una canción, o hacen un dueto.
¿Y qué temas tocaron esa noche? Aquí están casi todos.
Hace Calor (Los Rodríguez) La Chica de Ayer (Antonio Vega) Santa Lucía (Miguel Ríos) Carolina (M-Clan) Como un burro amarrado a las puertas del baile (El Último de la Fila) Veneno en la Piel (Radio Futura) Princesa (Sabina) Escuela de Calor (Radio Futura) El Ritmo del Garaje (Loquillo) No puedo vivir sin ti (Coque Malla) Déjame (Los Secretos) Mil Calles llevan hacia ti (La Guardia) Venecia (Hombres G) Ni tú ni nadie (Alaska) Chiquilla (Seguridad Social) A quién le importa (Alaska) Sufre Mamón (Hombres G)…




“Nos encanta la música en directo, nos gusta escucharla y hacerla, y es magnífico hacerlo en un sitio como Gilda, una casa muy emblemática de Huelva, es una maravilla cómo ha quedado tras la restauración. Es una delicia tocar aquí”, concluye Paco.
Como si de una pequeña máquina del tiempo se tratara, cada fin de semana vuelven a trasladarse a esa época en la que fueron felices, a la música que les llenó sus vidas y les formó parte de su personalidad. Ahora puede que sean abogados u otra cosa, eso es circunstancial. De lo que no hay duda es que esta música les acompañará el resto de sus vidas.
