Fotografía: Clara Carrasco
La desdicha de Giselle. El amor trágico del Romanticismo del XIX, una historia de inocencia, engaño, enamoramiento, tragedia y sacrificio que anoche cerró la temporada y la programación cultural del año en la Casa Colón onubense.
Un clásico estrenado en 1841 en la Ópera de París que pervive con el International Ballet Company de Moldavia, en la bailarina Cristina Terentiev como Giselle y en un conjunto muy fiel a versión la original, respetando el espíritu y el estilo de la época, sin modernidad.

Más de un minuto de música, en la oscuridad, sin personajes, sin nadie en escena, dejando entrever un decorado de árboles y casas de juguete para representar dos mundos, el de la nobleza y el del pueblo que, difícilmente son capaces de unirse.
Una luz amarilla, de cuento de hada ilumina la escena y aparece Giselle. Bella, frágil, inocente, enamoradiza.
Un inicio de obra con la presentación de los personajes, de la trama, muy teatralizado, con gestos por encima del ballet para introducir al espectador en la trama. Un argumento sencillo, clásico. Sin apoyo de voz en off ni carteles, sólo la danza, la interpretación y la música.

Todo comienza con Giselle que se enamora de Albrecht, un noble ya comprometido a matrimonio que, para conquistarla, se hace pasar por aldeano para evitar las diferencias sociales, conquistando a la joven que se cree el engaño.

Hilarión, quien está profundamente enamorado de Giselle, sospecha del engaño, observa tras la cortina del bosque, y lo desenmascara, produciéndose el drama.

La trama se entremezcla con momentos en los que la danza, delicada, es la única protagonista de la escena. La entrada y salida constante de personajes le dan dinamismo a la obra, los bailarines, con vestuario de la época, se enlazan con la música que va transmitiendo la emoción del momento. Tras cada exhibición de baile, hubo un aplauso en la Casa Colón.

El primer acto finaliza con el drama, la cobardía y el engaño de Albrecht, la ira de Hilarión, la pena de Giselle y la indiferencia de la nobleza. La joven muere tras sufrir el desengaño amoroso y se convertirá en un espíritu nocturno del bosque.

Una noche, cuando su amado duque Albrecht es castigado por los otros espíritus del bosque, la doncella, mostrándole su amor eterno lo salvará protegiéndolo de los otros espíritus.

Así finaliza la que se convertido en una pieza pura y fundamental de la danza clásica, tanto por el dramatismo de los ideales románticos como por el empleo de la más refinada técnica teatral del siglo XIX que con la International Ballet Company de Moldavia se pone en pie con la música de Adolphe Adam, la coreografía de Jean Coralli y Jules Perrot y libreto de Théophile Gautier y Jules Henri-Vernoy, todo ello basado en la obra de l’Allemagne (1835) de Heinrich Heine.

Con una gran afluencia de público finaliza una nueva temporada cultural que se retomará ya a mediados de febrero la programación concebida por el Ayuntamiento de Huelva que comenzará con Arias Impuras para celebrar los 100 años del Gran Teatro onubense.