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Eternamente Jóvenes

Fotografías: Clara Carrasco

Algo tiene la voz de Alaska que nos hace jóvenes, un sonido que ‘Nos hace volar’ transportándonos a un mundo irreal en el que no pasa el tiempo, en el que existe el momento y las sensaciones de vivir lo diferente.

La sola presencia de la cantante de Fangoria, con sus primeros pasos en el escenario, despertó un sonido diferente entre el público que llenó como nunca el Recinto Colombino. Un sonido entre admiración y, sobre todo, agradecimiento, para intentar devolverle un poco de todo lo que nos ha dado durante tantos años.

Transmitirle ese cariño especial que se le tiene al icono más auténtico de la música española que surgió tras los años oscuros, el que nos llevó a la modernidad y superó el límite de las canciones para convertirlas en himnos que cantamos una y otra vez, durante décadas, pero con la emoción de la primera vez.

Es un privilegio poder cantarlas junto a ella y anoche Huelva se lo agradeció de nuevo.

Quedaba media hora para la medianoche cuando el público onubense se evadió de su realidad y se metió en el mundo de Fangoria. Una puesta en escena que sigue siendo distinta, con cuatro bailarines que acentúan la naturalidad de la diferencia. ‘Espectacular’.

Las canciones de Fangoria están llenas de frases liberadoras. “Lo que será, será”; “Es tiempo de vivir”, “Retorciendo palabras de amor”; “No quiero más dramas en mi vida”… en los que el público alzando la voz suelta todo lo que lleva reprimido dentro y se siente libre, como Alaska.

Tras la presentación de algunos de los nuevos temas de Fangoria llegó ‘Bailando’, ‘Perlas ensangrentadas’, ‘Ni tú ni nadie’… para entonces la entrega ya era total a cualquier gesto de la cantante, a cualquier palabra.

No tiene precio cantar con Alaska ‘A quién le importa’, tal vez, la canción que pueda resumir su larga y singular trayectoria. Es, probablemente, la canción que a todos nosotros nos ha ayudado alguna vez, dándote fuerza para ser uno mismo. Para seguir adelante.

Un Privilegio.

El espíritu de las Nancys Rubias llenó toda la noche. Arrancó las cuatro horas de música en directo que se vivió en la madrugada onubense con sus versiones y sus propias canciones como ‘Peluquitas’ o ‘Me encanta’ que anunciaban lo que nos quedaba por vivir. Y disfrutar.

Hicieron su aparición en escena en la última canción de Fangoria, ‘Mi novio es un zombie’ para delirio de los fans.

Y acabaron subidos en el escenario de Ladilla Rusa bailando una de sus canciones, dándolo todo como siempre y haciendo sentir al público que estaba asistiendo a una gran fiesta en la que les hacían partícipes, con una cercanía difícil de igualar.

“No os vayáis que ahora viene Ladilla”, gritaba Alaska sobre el escenario principal.

Pasaban 10 minutos de la una de la madrugada y las miles y miles de personas que estaban en el recinto, probablemente en mayor número que en el concierto de Texas, se quedaron expectantes.

“Hola somos Ladilla y vamos a presentar nuestro costumbrismo mágico”

Tienen algo diferente que engancha, de eso no hay duda, porque una hora y media después de arrancar el concierto-show vestidos con un traje de bocadillos, casi nadie se había movido de allí.

“¡Que empiece la puta fiesta!” Y empezó, vaya que si empezó.

Su ritmo trepidante y sus interpelaciones constantes al público, su espectáculo, hace que prácticamente no puedas apartar los ojos del escenario para no perderte nada. No puedes escapar de su mundo.

En la memoria de muchos se han quedado ya varias canciones de Ladilla Rusa. ‘Kitt y los coches del pasado’; ‘Macauley Culkin’; ‘Todos los días lo mismo’; ‘A un metro y medio de ti’; ‘Criando malvas’ o ‘After Party’.

Fue una fiesta.

Pasaban las dos de la madrugada y las miles de personas que habían acudido esa noche para liberarse querían más.