Saltar al contenido
Home » Noticias » En perfecta armonía

En perfecta armonía

Fotografía: Clara Carrasco

La Banda Sinfónica Municipal de Huelva conecta con un público fiel que no falta a su cita y que ayer llenó dos tercios de la Casa Colón. La familiaridad y la complicidad entre el director de la orquesta, Francisco de la Poza, y el auditorio se nota al instante, en el esfuerzo por educar el gusto musical, hacer atractiva la música con explicaciones previas a cada partitura e ir añadiendo pequeñas dosis de humor que hacen que la hora larga de interpretación pase en un suspiro.

La propuesta que ayer hacía la Banda Sinfónica Municipal de Huelva a su público era ‘Sonidos de Europa’, una vuelta por países, por diferentes compositores que han pasado a la historia. La recaudación fue para la Casa Paco Girón.

Serenade de Derek Bourgois

Ésta fue la pieza elegida para dar la bienvenida a su público. Una introducción con música alegre y ligera para dar las gracias por no faltar a su cita. “Compases irregulares. Fue escrita originariamente para órgano…”, comentaba de la Poza que continuaría durante todo el concierto con su tarea didáctica.

Rienzi de Wagner

“Esta ópera duraba seis horas, y a veces hasta seis horas y media, lo que provocaba que la mayoría de las orquestas no la interpretaran porque era muy larga. Wagner viajó a Francia por si se la podían estrenar pero no tuvo suerte. No fue hasta que regresó a Dresde cuando se estrenó. Se criticó en su época que se le notaba mucho las influencias de sus maestros, como si le hubieran ayudado demasiado, lo que le llevó a renegar de ella y pidió que no se volviera a interpretar. Era la obra preferida de Hitler, la propia familia de Wagner le regaló la partitura original que desapareció en uno de los bombarderos en Berlín. Como muchas obras de aquella época empiezan con una llamada de trompeta que es un signo de libertad y triunfalismo”.

Finlandia de Sibelius

Antes de la interpretación, a modo de clase, se explicó brevemente cada fragmento y lo que significaba. La invasión rusa, el pueblo empieza a pensar en levantarse, se despierta utilizando una fanfarria de metales, “los metales en casi todos los compositores es triunfo” y acaban con lo que se conoce como el himno no oficial de Finlandia.

“Es un poema sinfónico del compositor finlandés más reconocido a nivel mundial. Finlandia estuvo en el siglo XIX invadida por el ejército ruso, llegando los aires nacionalistas en torno a 1900. Rusia prohibió la libertad de prensa y la cultura se sublevó y la idea de un grupo de intelectuales fue hacer una gala encubierta para recaudar fondos aunque había un complot para acabar con la censura de la libertad de prensa. Se imaginan esta obra con 100 músicos y un coro de 200 voces… bueno todo llegará”.

La Forza del Destino de Verdi

“Cambiamos de tercio y nos vamos a la ópera italiana, que como todos ustedes saben es la que mejores melodías tiene. Y Verdi es el Rey. La Forza del Destino es conocida como la ópera maldita porque antes de su estreno en San Petersburgo, ya estando allí se puso mala la soprano y tardaron seis meses en encontrar a otra que la sustituyera… con toda la expectación que se había creado. Otra anécdota, en el año 1960, en el Metropolitan de Nueva York, el barítono solista murió en el escenario cuando estaba interpretando… vamos a cruzar los dedos”.

Ireland: Of Legend and Lord de Robert W. Smith

“Hemos cogido un autor que escribe obras para bandas sinfónicas. De esta obra sólo les pido que cierren los ojos para desplazarse con esta bella melodía a Irlanda. Con la música lo que pasa es que a veces no es necesario hablar”.

El tambor de granaderos de Ruperto Chapí

“¡Volvemos a territorio español que llevamos mucho tiempo fuera! Como anécdota decir que esta obra realmente iba a ser La Verbena de la Paloma pero se la encargaron a otro compositor y Chapí decidió que ‘con lo que cuesta componer le cambio el título y ya está’. Sinceramente es que como la música española…”.

Orfeo en los infiernos de Offenbach

Es un obra francesa. La obertura no fue de este compositor aunque sí la opereta entera. Era una ópera bufa, burlona. Está dedicada a uno de los dioses, a Orfeo, y hace una sátira en la que algunos dicen que se está burlando de Napoleón. Esta opereta gustó tanto en Francia que los teatros la eligieron para el típico cabaret, para el cancán final que todos conocemos. Pero lo que quería trasladar Offenbach era que los dioses salieran a bailar a la plaza del pueblo. Y si alguien le apetece bailar al final no hay ningún problema”.

Nadie bailó, o sí, lo que es seguro es que acompañaron con las palmas el final del concierto. Una perfecta armonía entre un público fiel que, con complicidad, se acerca a escuchar un pequeño concierto, a conocer parte de la historia de música y, en definitiva, a pasar un rato muy agradable con su banda.