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El poder de la tierra, Pilar Barroso en Caja Rural

Pilar Barroso expondrá a partir del próximo lunes en la Sala de la Fundación Caja Rural del Sur en el paseo Mora Claros. El suelo que pisamos, la tierra como diosa propiciatoria del devenir humano, como acogedora de la mera existencia, ejerce su influencia sobre las personas, las modela y establece sus modos de vida. Es una fuerza apenas observable por quienes la transitan y la fatigan. Las bellas artes, lo bien hecho, que no otra cosa es el arte, tiene entre sus muchas funciones, la de reconocer esa relación del hombre con la tierra que le acoge.

Al recordar la presencia del paisaje en la historia de la pintura. Inmediatamente se nos vienen a la cabeza el Giotto o Simone Martini, que al abrir el renacer del arte grecolatino, incorporan al gótico además de perspectiva, y profundidad, el paisaje.

Enseguida nos percatamos de que el paisaje lo encontramos igualmente en el segundo de los estilos romanos o en la tumba griega del nadador, o en las cámaras funerarias egipcias.

Y aún más atrás, pues es noticia de estos últimos días los avances en el entendimiento de las figuras, hasta ahora inexplicables, que acompañan a las reproducciones de animales en el Magdaleniense, o los signos ya entendibles de la protoescritura mesopotámica.

El hombre intentando desde el principio de los tiempos, comunicarse, y en ese intento de explicar lo que le rodea, su mera existencia ineludiblemente aparece ligada a un dios superior, la madre naturaleza. El paisaje.

La muestra que Pilar Barroso muestra a partir del lunes 6 de enero y hasta el 2 de marzo en la sala de exposiciones que la Fundación José Luis García Palacios tiene en la calle Alcalde Mora Claros, se centra exclusivamente en el paisaje. Iniciada en el taller de Pedro Gómez y León Ortega, conoce en ese reducido espacio cultural onubense de la época a una serie de artistas que le muestran algo más que las técnicas fundamentales del hacer pictórico.

Desde sus compañeros en el estudio de Pedro Gómez, José María Franco o Juan Manuel Seisdedos, hasta los maestros que por aquel refugio transitaban.

Los pintores Antonio Brunt, Orduña Castellano o Enrique Montenegro, e incluso una pintora bohemia que estudió en Londres para continuar estudios de arte en París, donde contactaría con los postimpresionistas, de ahí la influencia de Cezanne o Gauguin en la pintura de la onubense Aurora Abot, una figura casi desconocida en su ciudad, tal como ocurre con Criado Requena, también injustamente olvidado.

De Huelva, una jovencísima Pilar Barroso marcha a Madrid, donde aprende los rudimentos esenciales del dibujo. Es en el Casón del Buen Retiro y luego en la Academia de Bellas Artes donde a punta de lápiz realiza dibujos como los que sorprendieron a quienes visitaron la muestra antológica de toda su carrera que hace una década le organizara el Museo Provincial de Bellas Artes.

No fue en absoluto extraño que Pilar Barroso entrara en la Escuela de Bellas Artes San Fernando de Madrid. Eran tiempos en que el dominio del dibujo era esencial para lograr el ingreso. El año que entró Pilar Barroso en el centro docente madrileño, de doscientos ochenta aspirantes tan solo veinticinco lograron el acceso.

Madrid serviría a Pilar Barroso para profundizar en algo más que en las técnicas pictóricas, en dominar el dibujo como pocos, también para entender la espiritualidad en el arte, y ahí encontramos dos nombres de enorme prestigio en la historia de la pintura española del siglo XX con los que la pintora tiene estrechas relaciones, Waldo Aguiar, cuyo estudio visita con asiduidad, y su paisano Daniel Vázquez Díaz.

El regreso a Huelva de la pintora dura poco. Apenas le da tiempo a deshacer las maletas y volverlas a hacer para con un caballete bajo el brazo y muchas ganas de continuar su aprendizaje, viaja por Europa, se instala en Múnich donde consigue un trabajo en la Siemens que le va a permitir realizar escapadas para visitar museos de Italia, Holanda, Francia y Alemania.

En la década de los setenta vuelve a Huelva, se instala en la casa familiar y desde entonces allí mantiene un estudio en el que continúa trabajando a diario. En la muestra de la sala de la Caja Rural del Sur, están los paisajes que ha pintado en los últimos años, y detrás de ellos, para soportar unas pinceladas esculpidas con suma violencia, el espectador atento descubre un dibujo exacto y firme.

Paisajes en los que Pilar Barroso muestra una fuerza telúrica estallando en unas construcciones formales precisas y limpias. Un ritmo compositivo difícil de encajar y ejecutar como ella lo hace, pero también un ritmo cromático en el que explica la luz que ha capturado, la hermosura silenciosa de los paisajes que le han impresionado, en sus recorridos por el Andévalo, la Campiña o la Sierra, y que ahora interpreta y muestra en esta hermosa selección de pinturas que ha elegido para la muestra en la sala de la Caja Rural.

En Paisajes, se muestra la trayectoria de una artista plenamente instalada en su tiempo. Diríase que recién salida de la Escuela de Bellas Artes. Una pincelada exacta y muy personal, composiciones medidas en el estudio, pero vividas en los paisajes de su tierra, y la intención de impresionar al espectador de su obra, quizás recordando sus inicios en un taller donde había llegado a principios del pasado siglo, algo tarde y desvanecido el impresionismo, un estilo artístico que luego Pilar Barroso pudo conocer y reconocer, tanto en sus años de formación universitaria como en su posterior y larga estada europea.

Díez años de Pilar Barroso

La obra que la artista onubense nos ofrece ahora está centrada en su producción de los últimos diez años. Son estampas vividas en pleno campo y luego pasadas al lienzo con la exactitud y la plenitud que pueden ejecutar aquellas personas con un dominio del lápiz sobresaliente.

En esa habilidad, que le hizo sobresalir en su época de estudiante, fundamenta Pilar Barroso su pintura, su discurso, su visión de unos paisajes en los que el color es fuente de reflexión para la propia artista, pero también para quienes se atreven a observar más allá de lo puramente figurativo, las sensaciones, la impresión, que un momento de reflexión ante lo que nos rodea puede llegar a conmovernos y a sentirnos habitantes de este mundo. Pasión, fuerza y sensibilidad. Estas tres palabras pueden resumir la pintura de Pilar Barroso, sus paisajes, su mundo.