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El paseo a caballo embellece la Feria

Fotografía: Clara Carrasco

La Feria de Otoño de Huelva se despertaba poco a poco en la mañana del sábado después de una larga noche que se vivió con intensidad. Las amazonas y jinetes fueron llegando poco a poco a un recinto ferial que desde primera hora era recorrido por las arenas del parque de Zafra.

Los onubenses se acercaron con ganas de más. El rumor está ya en la calle, merece la pena acercarse a la feria, aunque no se tenga caballo, aunque no se vaya vestido de gitana o de corto. Y así fue como desde muy primera hora padres con niños por un lado y personas mayores por otro se acercaban con expectación a una feria que se ha ganado este fin de semana ser la protagonista de la ciudad.

Las casetas fueron el lugar de encuentro antes de comenzar el paseo y acercarse al recinto mayor para la exhibición, el saludo y el disfrute del caballo en un ritual que a muchos les recuerda a las tradiciones del Rocío. Grupos de seis o siete jinetes guitarra en mano con cantes que se escuchan en la aldea almonteña; paseos de padres con hijos en una iniciación que se perpetúa en nuestra tierra; el gusto por la estética del caballo hasta el último detalle con trajes de corto y gitana que a todos nos traslada a la primavera cuando salen las hermandades de Huelva y Emigrantes; comunión entre onubenses que mantienen viva su tradición.

Y mientras Huelva se montaba y paseaba a caballo, la Caseta Municipal se había quedado pequeña.

El espectáculo de Las Carlotas fue un indudable éxito. El cuarto concierto programado por el Ayuntamiento de Huelva para la Feria de Otoño ofreció música de sevillanas y canción andaluza mezclada con monólogos, diálogos e interacción continua con un público que pasaba de los aplausos a la risa compartida. El calor del momento fue un recurso continuo entre el diálogo del escenario y las mesas. La relación entre Huelva y Sanlúcar de Barrameda, separadas por el Guadalquivir y unidas por el amor a Doñana, con tanto en común, el nexo de complicidad que colmó al público onubense.

En el exterior de la Caseta Municipal, cinco filas más allá de la línea que marcaban las sombrillas y que ocupaban todos aquellos que no cabían y seguían de lejos la actuación de Las Carlotas, seguía la vida de la Feria a otro ritmo.