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Edipo, más de dos mil años después

Fotografía: Clara Carrasco

¿Puede el hombre escapar de su destino? La misma pregunta, con la misma falta de respuesta cierta, se hicieron los espectadores que acudieron esta semana a la Casa Colón a la renovada propuesta de Paco Bezerra con Edipo a través de las llamas, interpretada por Alejo Saura y Mina El Hammani, bajo la dirección de Luis Luque. Una coproducción del Festival de Mérida, Pentación y Teatro Español.

Han pasado más de dos mil años y seguimos cuestionándonos si somos dueños de nuestra vida, si todo está escrito y sólo se puede aceptar lo que un plan superior ha pensado para nosotros, si nuestra actuación en la vida depende realmente de nuestra voluntad.

Música inquietante para recibir al público, para recordarles que van a ver una auténtica tragedia griega. Escenografía sencilla, una escalera de subida y bajada, un muro que de hace pantalla.

Y Edipo sale vestido de blanco impoluto, inmóvil, escuchando voces, detrás, seis rostros cubiertos entrelazados, música de tambor, se quitan las máscaras.

Los primeros habitantes de la tierra vivían felices, dice una voz en off, porque no se cuestionaban nada, vivían en la luz, Pero un día hubo una inundación y se adentraron en un pozo, sin luz. Estando solos y a oscuras, comenzaron a hacerse preguntas. Y ahí comienza el drama de la historia de la humanidad.

La historia es ya conocida. Edipo, abandonado al nacer, encontrado por un esclavo y entregado a los reyes de Corinto, no puede escapar de su destino “Matarás a tu padre y yacerás con tu madre”.

Todo el esfuerzo realizado por el héroe es infructuoso ya que, sin saberlo, ha cumplido ya su destino.

Su peregrinar durante años, solo, para no matar a su padre y yacer con su madre. Su pelea con la esfinge, venciéndola, adivinando sus tres preguntas con las respuesta de hombre, tiempo y recuerdos…

La potente y solemne voz de Alejo Saura va llenando el escenario de la Casa Colón con frases que siguen permaneciendo en la memoria colectiva y existencial de la humanidad.

La vida es parte de un juego en el que hay un camino para cada hombre. Hasta que no cumples con tu destino no encuentras el sentido de tu existencia. El sufrimiento te hace más sabio. El auténtico mensaje llega en el momento más oscuro. Hay un plan secreto que el tiempo revela y cuando se revela, no hay marcha atrás. Nunca se puede huir de uno mismo. Los que buscan la gloria se arriesgan a la destrucción.

Al final, Edipo acepta su destino. Reconoce haber matado a su padre, sin saber que era su padre. Reconoce haber yacido con su madre, sin saber que era su madre. Se arranca los ojos. Se pone una venda, un casco griego y comienza el monólogo final con el que cierra el círculo con las mismas palabras que le dijeron a él. Siguiendo la rueda del destino, incapaz de escapar de él. Salvó a Tebas dos veces de la destrucción y ése fue el alto precio a pagar.

“La vida para ser vida precisa de la muerte. La luz, para ser luz, precisa de la oscuridad”.